La singularidad de cada ser humano se incorpora en la comunidad académica de Colombia como la atención médico psicopedagógica, que se le debía dar a los niños y niñas denominados “anormales, locos, dementes,” ,nominaciones no solo utilizadas desde el lugar común sino desde el código civil colombiano para lo cual se produce una serie de toda una serie de discursos y prácticas específicas, Sáenz, Saldarriaga y Ospina (1997) exponen que la la inmersión de los niños y las niñas a la escuela al inicio del siglo XX se debió al los saberes dados desde la educación activa ( movimiento francés) y otros como la psiquiatría , la medicina, la antropología , la sociología entre otros ; igualmente, argumentan los autores que desde los presupuestos de la degeneración de la raza Benedict Morel (1857)y sus planteamientos sobre su afectación en la armonía de la raza coloca en el centro de la discusión la pedagógica para este tipo de niños y niñas. Más adelante la anormalidad o la pedagógica de la anormalidad con lleva la razón de utilizar el castigo como factibilidad de normalización de los sujetos. Más adelante la educación en conjugación con la medicación se instala en la educación para esta población como probabilidad de normalidad y eliminación del castigo corpóreo para la sujeción de los seres humanos.
Según Noguera (2003) plantea que:
La educación de anormales en Colombia tuvo dos objetos de saber: 1) Las anormalidades infantiles, los niños anormales o la infancia anormal y 2) La enseñanza especial o enseñanza para anormales. El primer objeto de saber fue heredado de la psiquiatría, la biomedicina experimental, la criminología positivista, la psicología experimental y la pedagogía de anormales europea y norteamericana. Se constituyó en uno de sus rasgos característicos, en un distintivo diferenciador con relación a la pedagogía activa experimental. Al mismo tiempo, este objeto la acercaba a las prácticas correctivas e higienistas de las cárceles, las casas de menores y de corrección, las escuelas de trabajo, las colonias escolares y penales. El segundo objeto de saber es el enunciado más intrincado e interior de esta práctica discursiva, el cual permitió comunicarse con otros saberes e instituciones modernas, convirtiéndose en el punto de cruce con discursos científicos y objetivos políticos, moralizadores o higienizadores, con técnicas o instrumentos de medición e, incluso, permitiendo articularse perfectamente con la estrategia de profilaxis y el dispositivo de higienización. La pedagogía de los anteriormente llamados niños anormales producía métodos, procedimientos y materiales pedagógicos que le confieren especificidad y la diferenciaban de las corrientes pedagógicas clásicas de su época (p. 212).
La singularidad en la educación colombiana ha sido hecha unas calles, caminos y carreras, los cuales han tenido unas estaciones nominadas y configuradas desde unas prácticas y discursos específicos. El inicio de este recorrido fue largo en el tiempo porque toda persona que no se encontrara en los cantones de la “normalidad “estaba condenada a la verdadera exclusión, al destierro y al olvido, sus cuerpos y subjetividades eran guardados como designio de lo demoníaco, como una maldición o como un castigo divino. No se puede decir que eran excluidos del ámbito escolar porque ni siquiera se les conocía, su familia los invisibiliza a través del encierro literal en jaulas o de la subestación de sus cuerpos.
A finales del siglo XIX y a principios del siglo XX dada la aparición de los saberes modernos de la psiquiatría, la psicología, la antropología, la biomédica, plantea una educación especializada para las personas que en esa época ya eran denominadas con discapacidad, a este tipo de educación se le denominó: educación especial, espacios donde los niños y las niñas ya no solo eran atendidos desde lo asistencial sino que recibían enseñanzas especializadas acorde a la denominada también disfunción. Esto a su vez provoca la segregación de los niños y niñas de los espacios comunes escolares. El ocultamiento de su cuerpo continúa en espacios abiertos y públicos.
No obstante la promulgación de leyes y decretos en el colectivo social, en los imaginarios colectivos existe una resistencia a visibilizar estas personas desde sus potencialidades y derechos perpetuando los adjetivos y el en ocasiones el repudio y el miedo que les provocan.
Lo anterior genera una cantidad de adjetivaciones que determina la disposición ser humano como ciego, sordo, sordomudos, niños y niñas con retraso mental; produce un sinnúmero de centros de atención exclusivos para el tratamiento de estas personas; igualmente asisten estos centros todas persona que presente ritmos lentos de aprendizaje.
Aproximadamente en la década de los 90 en Colombia dada las promulgaciones de los derechos humanos y los múltiples movimientos y documentos emanados por la discriminación ya través de la Constitución Política de 1991 reconoce los derechos de las personas con discapacidad.
Cuadro 1: Resumen de las políticas de Estado en Discapacidad en Colombia. Basado y ampliado de Bernal. (2008)